La Fábula del Rayo de Sol y la Montaña de Nubes

La Fábula del Rayo de Sol y la Montaña de Nubes

Había una vez un joven rayo de sol llamado Lumín, que vivía en el corazón del cielo azul. Lumín tenía una única misión: llegar a la tierra cada mañana y llenar de luz y calor a todos los seres vivos. Esto lo llenaba de alegría y le daba un propósito en su existencia.

Un día, mientras se preparaba para su viaje diario hacia la tierra, una enorme montaña de nubes grises se interpuso en su camino. Estas nubes eran espesas y oscuras, formando una barrera que parecía impenetrable. Lumín intentó atravesarlas, pero solo logró chocar contra ellas una y otra vez, sin poder avanzar. Cada intento fallido aumentaba su frustración y agotamiento.

El rayo de sol, desesperado, comenzó a dudar de sí mismo. “¿Por qué no puedo atravesar estas nubes?”, se preguntaba. “¿Acaso no soy lo suficientemente fuerte? ¿No puedo cumplir con mi propósito?”. A medida que pasaban las horas, Lumín se sintió cada vez más impotente y desalentado.

Mientras luchaba con sus emociones, una suave brisa, llamada Sira, se acercó y le susurró: “Querido Lumín, no te desanimes. Todos enfrentamos obstáculos en nuestro camino. La clave no es la fuerza, sino la paciencia y la perseverancia”.

Lumín, aún lleno de dudas, escuchó con atención. Sira continuó: “Las nubes no estarán aquí para siempre. Son pasajeras, como todos los desafíos. En lugar de luchar contra ellas, espera el momento adecuado. Cuando menos lo esperes, se abrirán y te dejarán pasar”.

Lumín decidió seguir el consejo de Sira. En lugar de seguir chocando contra las nubes, se tomó un momento para calmarse y observar. Lentamente, las nubes comenzaron a moverse, disolviéndose y dejando pequeños espacios de cielo claro. Lumín aprovechó cada oportunidad para pasar a través de los huecos que se formaban, y poco a poco, logró cruzar la barrera.

Finalmente, Lumín llegó a la tierra, iluminando los campos, ríos y bosques con su cálida luz. Los árboles se alzaron hacia él, los pájaros cantaron y las flores se abrieron en agradecimiento. El rayo de sol se sintió lleno de satisfacción y alegría, comprendiendo que su viaje había sido más especial por los obstáculos superados.

Moraleja

Cuando enfrentamos frustraciones y obstáculos en la vida, es fácil sentirnos derrotados y dudar de nuestras capacidades. Sin embargo, la clave para superar estos desafíos no siempre está en la fuerza bruta o en la resistencia, sino en la paciencia y la perseverancia. Como el rayo de sol, debemos aprender a esperar el momento adecuado y aprovechar las oportunidades cuando se presentan. Las dificultades son temporales, y con calma y determinación, podemos encontrar el camino para cumplir con nuestros propósitos y traer luz a nuestras vidas y a las de los demás.

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